"Familia Albertiana" es un movimiento nuevo que desea compartir el carisma y la espiritualidad con los laicos


NO TE RINDAS…

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
Liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso.
Continuar el viaje, perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo, correr los escombros
Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas.
Aunque le frío queme, aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda, y se calle el viento,
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa,
Ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos,
Desplegar las alas e intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas.

La última cima

Pablo Domínguez Prieto nació en Madrid el 3 de julio de 1966. Se ordenó sacerdote a los 24 años.
Doctor en Filosofía y en Teología; ha publicado 7 libros y decenas de artículos, y ha impartido más de 50 conferencias... La última, doce días antes de morir, fue el detonante de este documental.
Dicen que era simpático y divertido hasta en las situaciones más graves. Que se le daba mal decir "yo", porque siempre estaba pendiente de los demás. Que estaba enamorado de Dios y lo contagiaba. Que sus misas estaban hasta los topes, porque daba gusto oírle predicar. Que era cercano con todos, incluso con quien le insultaba por la calle, de quien acababa siendo amigo.
Era buen montañero. Coronó todas las cimas españolas con más de 2.000 metros, cimas de Los Alpes con más de 4.000 metros, y otras mayores en América y Asia. Siempre que podía, celebraba misa en la cumbre.

Las últimas palabras que dijo a su familia por teléfono, unos minutos antes de morir, fueron: "he llegado a la cima".

"Me negué a conocer a Pablo Domínguez... ¡pero le conocí! Doce días antes de su muerte. Luego me negué a hacer esta película... ¡pero la he hecho!
"He querido dar la cara por los curas", dice Juan Manuel Cotelo, padre de familia y director del documental "La última cima". Se trata de un documental emocionante, con humor, profundidad y lágrimas. Es difícil no llorar, y sin embargo no es sensiblero, sino, simplemente, cercano y honesto.
Juan Manuel Cotelo aparece en su documental, haciendo preguntas que interpelan, aunque lo más provocativo es el proyecto en sí: hablar de la huella que dejó un sacerdote normal, de Madrid, Pablo Domínguez, muerto en
2009 en un accidente de montaña en el Moncayo.
Un cura que impactó en mucha gente: al funeral de Dominguez, decano de filosofía en la Facultad de San Dámaso de Madrid, acudieron unas 3.000 personas y más de 20 obispos.
Cotelo se pone delante de la cámara y con toda sinceridad cuenta lo que le parece. Después coge la cámara y sale a la calle a preguntar a los viandantes. "Descubrí que 8 de cada 10 personas que pregunté tenía buena opinión de los curas, decían que era gente humilde, o muy espiritual, que les había hecho pensar; no es lo que suelen mostrar los medios". Luego hace otra pregunta: "¿cuánto tiempo de tu vida has dedicado a hablar con un cura?" El mismo Cotelo admite que "ni siquiera sé como se llama mi párroco, de verdad, y desde aquí ahora mismo le pido perdón; deberíamos conocer a nuestros sacerdotes".
El cineasta no quería hacer el documental sobre Pablo Domínguez, pero a medida que iba conociendo gente tocada por el sacerdote admitió que "aquí había una historia que contar". "Me hubiera encantado encontrar algo malo en Pablo, lo habría incluído en el documental, pero es que no lo hay. Su confesor me dijo que, simplemente, era alguien buenísimo, con un alma de niño", afirma durante la presentación del filme.
Hay que verla. Pincha también AQUÍ.


"Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra,
sopló en su nariz un aliento de vida,
y el hombre se convirtió en un ser viviente" (Gn 2.7)

Dice una bella canción...

"Debes amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura
y, si no, no la emprendas que será en vano.
Sólo el amor alumbra lo que perdura, sólo el amor convierte el milagro en barro.

Debes amar el tiempo de los intentos, debes amar la hora que nunca brilla
y, si no, no pretendas tocar los yertos.
Sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor consigue encender lo muerto"

(Silvio Rodríguez)