¡NO TENGAMOS MIEDO! ¡No tengamos miedo ni nos "enterremos" en la mediocridad o superficialidad! Atrevámonos a vivir lo que somos. Nos negamos a vivir cada vez que nos reducimos al pequeño mundo de nuestro yo, encerrándonos en él y en sus mezquinos intereses, ignorando la verdad de quienes somos. Esta ignorancia hace que olvidemos la riqueza que somos y compartimos.
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Espiritualidad
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Hace pocos días mantuve una corta pero intensa conversación con la Hermana Begoña. Dicha tertulia no sirvió para que mis miedos desaparecieran, pero si para encender una pequeña luz en la oscuridad de mi vida. Comprendí que Jesús nunca me abandonó y que fui yo quien poco a poco me he ido apartando de Él hasta el punto de enfadarme.
ResponderEliminarTodo tiene un principio y un camino que recorrer. Soy nuevo en la Familia Albertiana y espero que mi mujer e hijos seamos merecedores de pertenecer a ella. No quiero pecar de cinismo y confieso que busco ayuda, paz interior y la luz necesaria para retomar el camino del que nunca debí de apartarme. Quiero ser un miembro activo y ofrecer lo mejor que quede en mi corazón. Quiero recibir consejos, apoyo y valentía ante el enorme reto de mi vida. Quiero no tener miedo a luchar y ser ejemplo ante la adversidad. Quiero que Jesús vuelva a impregnar mi vida, mis actos y a darme conciencia de que la Fe es el mejor antídoto para mis miedos. En definitiva quiero volver a ser yo mismo.
Por tanto y con toda mi convicción, me ofrezco a los demás y a la Familia Albertiana en particular, en la seguridad de que será la mejor manera de recuperar el mejor sentido de mi vida. Me arrepiento de no haber sabido amar suficientemente a Jesús y de mi infinita cobardía ante las adversidades que me han tocado vivir. Dios no las envió para hundirme si no para superarlas y sin duda no he estado a la altura.
Nos encontramos en Adviento y he de encontrar la mejor manera de prepararme para reencontrarme con Jesús. Él nació hace mucho tiempo en mi corazón y he sido yo el único culpable de no haberle dejado crecer.
Por último dar las gracias, de antemano, a toda la Familia Albertiana y en particular a la Hermana Begoña de Madrid.
Juan Carlos Álvarez Madrigal.